De pequeño me gustaba mirar por las ventanas de los edificios, algunas iluminadas y otras a oscuras. Me imaginaba qué estaría pasando allí. Quiénes vivirían, cómo serían. Si eran vidas felices o tristes o simplemente vidas. Mas tarde me encontré con que debía elegir a cada paso, y con el dejaba de lado las otras infinitas opciones. Diría Dolina, debía conformarme con vivir solo una vida. Quizás por eso escribo, para vivir otras vidas, para ser otros. Paradójicamente, mientras escribo soy otro, y cuando leo lo que escribo la sensación de extrañamiento persiste y se acentúa. Pero es maravillosa. Dejo de ser para ser escritor.
Me dedico a la literatura infantil porque antes de ser escritor soy papá. La mayoría de estos cuentos surgen del pedido cotidiano y nocturno "Dale, pá, ¿Nos contás un cuento?". También actua como control de calidad. Estos cuentos que iré publicando han pasado la prueba de la narración oral en esa penumbra llena de amor que es la habitación de un niño dormido. Los comparto con ustedes, y sobre todo con sus niños. Ojalá les guste.
Ramón Paez
No hay comentarios:
Publicar un comentario