Cuentos y cuentitos, historias, anécdotas, pensamientos inarticulados, leyendas, rimas, coplas, novelas o sagas. Vivimos narrando y viviendo narramos. La escritura es sacarle una foto a ese flujo inasible de relatos que nos atraviesa todo el tiempo.

jueves, 8 de marzo de 2012

Palas Atenea


Todavía puedo sentir la suave textura del roble. Las almohadillas de mis dedos apretarse en el mango. Claro que estaba enojada, estaba furiosa. Si no, no hubiera arrojado la lanza. Si no, no habría errado el tiro. Recuerdo la férrea punta hendiendo el aire. Todo lo recuerdo, soy Atenea y nací entera de la cabeza de Zeus, lo recuerdo todo. Pero no puedo acordarme de por qué estábamos peleando.
Soy Atenea, no nacida de vientre de mujer, mi propio vientre no ha sido mancillado. Nací contra natura, nací de un crimen, nací contra una profecía. Soy una doncella guerrera, el amor no me debilita. Los hombres han aprendido a temerme. Solo ella podía hacerme suspirar. Ella, Palas, la de las bellas mejillas. La que arrojó de vuelta la fatídica lanza. Y junto con la lanza escupió un “vete”. Por eso no esquivé la muerte alada. Por eso me quedé inmóvil, mirando esa unión de hierro y madera que se acercaba a mi corazón, que ya estaba roto. Pero él intervino, Él, Zeus, el que lleva la égida, ese escudo maldito que me salvó la vida mientras me mataba, que me mató al rebotar la lanza y asesinar a mi adorada Palas, de quién llevo su nombre. Porque era mía y ahora es parte de mí. Y no puedo recordar por qué peleábamos. Cómo me arrepentí de haberlo liberado. Podría haberlo dejado donde estaba, encadenado y sucio en poder de Atlas. En ese instante, mientras construía mi propia egida juré mi venganza. Nadie debe conocer mi objetivo. Todos ven en mí la doncella guerrera y me temen. Mi espada es el valor y mi escudo la inteligencia. Jamás he perdido batalla o reto. Aracne conoció mi cólera. Lo de la manzana fue todo fingido, solo la crédula de Hera, con la autoestima minada por los cuernos de Zeus, podría haber imaginado que podía derrotar a Afrodita. Si hasta yo siento el poder de su atracción, cuando me lo permito. La pregunta es ¿Quién le dio la manzana a la diosa de la discordia?
El Olimpo nunca sanará de las heridas de la guerra de Troya. Poseidón sigue ofendido por el muro que levantaron los aqueos. Zeus culpa a Hera de la caída de su amada Troya, cara a sus ojos libidinosos. En revancha se dedica más y más a buscar jovencitas para desflorar. El Supremo Viejo Verde se debilita cada vez. Yo derroté a Apolo, probé su sangre y la de Afrodita. Probé la estupidez de Ares. Zeus todavía es más fuerte que yo, pero mi paciencia se alimenta de un juramento y un nombre.
Urano, Cronos y Zeus ya gobernaron el Olimpo, todos hombres, y así nos fue. La próxima vez será una mujer, una diosa guerrera. Yo, Palas Atenea, nacida de la cabeza de Zeus, a pura fuerza de voluntad para cumplir una profecía.

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